Cinco ventanas sobre el suelo y tres barandillas de cristal visibilizarán los principales restos arqueológicos
Calzada portuguesa para el pavimento de la Plaza del Castillo, manteniendo granito en damero para la pérgola
El alcalde, Toni Pérez, y los concejales de Patrimonio Histórico, Ana Pellicer, y Obras, José Ramón González de Zárate han girado visita esta mañana a las obras de la Plaza del Castillo que se está siendo solada mediante empedrado calizo-basáltico conocido como calzada portugués, en gradación de blanco a negro..
El pavimento deja marcada la huella de la muralla del castillo y abre cinco ventanas para visualizar qué hay bajo la plaza. Desde la misma roca madre con su natural inclinación a los sillares escalonados que daba acceso a la torre, así como la muralla de cierre, al Norte, dos estancias al noroeste y el conjunto de la cúpula del aljibe y sus abrevadero, junto al brocal que se hizo icónico en la plaza. Tres barandillas acristaladas complementarán el perímetro de la tradicional balaustrada blanca, que recupera la cerámica azul en todos sus componentes. Las nuevas zonas acristaladas posibilitarán visualizar los cimientos de la torre Este y las murallas a Poniente, con su particular estructura.
El alcalde ha comprobado la definición estética de la plaza señalando que las ventanas se abren sobre “los espacios que se ha decidido -atendiendo al equipo arqueológico y a la Consellería de Cultura- que merece la pena mostrar, así como los vestigios que están fuera de la plaza”. Toni Pérez destacó, igualmente, la recuperación de la pérgola y su tradicional suelo en damero, de granito, “como antes”.
Confirmó el alcalde que “antes de finalizar noviembre habremos certificado la totalidad de la obra cumpliendo lo que nos comprometimos con Europa a través de los Fondos FEDER en el plazo exigido”, trabajando en la consolidación, además, de la Punta Canfali.
Para Toni Pérez, esta es “una inversión que da visibilidad a nuestra historia para conocer el pasado y dar a entender el presente”.
La elección del pavimento, calzada portuguesa, se basa en la gran flexibilidad y maleabilidad, a la hora de su ejecución, la resistencia y estabilidad del conjunto, la permeabilidad, la capacidad de drenaje y el hecho de no utilizar cemento ni conglomerante. Finalmente, tanto la capacidad de absorción del calor que favorece el confort térmico y su sostenibilidad, ya que la pavimentación de este tipo es una solución más eficiente y duradera que el empleo del asfalto o cualquier material efímero, y el gasto económico que representa la ejecución de las calzadas y su correspondiente mantenimiento es mínimo en relación con la durabilidad de la piedra y con su reutilización en cada intervención.