Historia de Benidorm
En el término municipal de Benidorm se localizan referentes de poblamientos antiguos datados al bronce y al ibérico antiguo -de los siglos IV a. C. en adelante- en el Tossal de la Cala, donde se localizó una representación de la diosa Tánit (siglo II a. C.) y se han puesto en valor las ruinas de un castellum romano de cuando las guerras Sertorianas (82-72 a. C.). Igualmente se ha constatado presencia de restos andalusíes en la zona de Lliriets.
Fundación de Benidorm.
La fundación de Benidorm se produjo el 8 de mayo de 1325 cuando el almirante Bernat de Sarriá, Procurador del Reino de Valencia en nombre del Rey Jaime II de Aragón, otorgó Carta Puebla ante el notario Joan Cerdá, en la ciudad de Valencia. El castillo de Benidorm sería un poco anterior (primera referencia en 1321) y al resguardo de este, en la Punta Canfali, se creó la villa.
A partir de este documento que dota a Benidorm de autogobierno, se le conceden, libres y francas, las capacidades pesqueras y de actividades comerciales por el mar comenzando la villa a labrar su camino en la historia centrado en una pequeña agricultura, dependiente de exiguos caudales de agua para abastecimiento y regadío, al tiempo que una intensa actividad pesquera, que muy pronto centró especializándose en la pesca del atún con las distintas artes de almadraba, la pequeña navegación de cabotaje y la práctica del corso, dada la situación en el Mediterráneo en aquellos años donde se estaba expuesto a las razias piráticas que desde el norte de África, Berbería, se realizaban contra los poblaciones ribereñas de los reinos cristianos peninsulares.
El mar siempre ha sido fundamental en la vida de Benidorm. Si entonces como elemento de vida y hoy de ocio y diversión, por el mar llegó también, en 1740, un londro que en su popa portaba una imagen de una virgen, patrona de navegantes, que hoy ostenta, con Sant Jaume, el patronazgo de la villa y que como Mare de Déu del Sofratge se la venera. Es, alcaldesa perpetua y luce la Cruz al Mérito Naval concedida por la Armada.
Los comienzos de aquel Benidorm del siglo XIV fueron, pues, difíciles: a merced de la meteorología, la piratería y las epidemias hasta bien entrado el siglo XVII en que se refuerza la actividad agraria, con el nuevo aporte de aguas a través de la Séquia Mare (1666) y el apoyo de una nueva Carta Puebla, otorgada por Beatriz Fajardo de Mendoza, para fijar más población a la villa, lo que coincidió con el inicio de la expansión de la actividad almadrabera y corsaria.
La almadraba y el corso
Las gentes de Benidorm, ya en el siglo XV, comenzaron a calar, como capitanes (arràs) y marinería, las principales almadrabas de los duques, primero de Medinaceli y años más tarde de los Medina Sidonia, generando sagas de excelentes arráeces por todo el Mediterráneo español, ambas costas del Estrecho de Gibraltar y el norte de áfrica.
En paralelo fueron desarrollando una intensa actividad de defensa de las costas e intereses de la Corona a través de valerosos corsarios, distinguidos por sus acciones de guerra, excelentes tripulaciones y buenos navíos. Forjados a lo largo de dos siglos, los corsarios de Benidorm rivalizaron en fama con los de las Baleares. Entre los más destacados corsarios de Benidorm está Juan Bautista Pérez, “Batistilla”, quien por su prestigio y reconocido valor fue el encargado de escoltar en la travesía de puesta a salvo el Santo Cáliz cuando las tropas de Suchet se acercaban a Valencia en la Guerra de la Independencia; y el regreso de este. Regalo de Batistilla a la villa de Benidorm fueron las campanas de la Iglesia de San Jaime y Santa Ana de Benidorm, procedentes de los cañones fundidos de un buque inglés capturado en 1817.
La etapa gloriosa de actividades de los corsarios de Benidorm se prolongó a lo largo del siglo XVIII; en 1783 hasta la propia ciudad armó barcos al corso. Los corsarios de Benidorm terminarán integrados en la Armada.
Por su parte, la actividad almadrabera seguirá todo el siglo XVIII y XIX, y llegará al siglo XX –la almadraba de Benidorm cerró en 1952- y traspasará la frontera del XXI, hasta 2023 en que falleció el último arràs de Benidorm -Vicente Zaragoza Casamayor, de la saga de los ‘La Sal’- capitaneando almadrabas gaditanas.
El cabotaje, la mercante y la trasatlántica.
Respaldados por su conocimiento del mar y la navegación, también en el cabotaje destacaron los marinos de Benidorm llegando a ser maestros en la navegación trasatlántica, comandando las embarcaciones a vela que hacían la carrera de América o viajaban a China, Filipinas o Japón.
Los capitanes y pilotos de Benidorm eran conocidos en todo el mundo, así como sus tripulaciones, expertas en maniobras. En 1820 existían en Benidorm hasta 230 barcos de pesca, cabotaje y grandes veleros en intenso tráfico con Barcelona, Valencia, Marsella, Almería, Málaga, Sevilla, Huelva, Algeciras, Cádiz, La Habana, Cebú y Manila, donde muchos benidormenses pasaron a residir para mejorar la red comercial.
En la década de 1850 apareció una nueva generación de capitanes y pilotos especialistas en las carreras a América y Filipinas. Benidorm, de una población de apenas 3.000 habitantes, contaba con 1.700 matriculados en el Gremio de Mareantes; y en 1890, más de 70 capitanes en activo en grandes buques.
Cuando el vapor arrinconó las velas y se modernizó la navegación, nuevamente los marinos de Benidorm sumaron capitanías y llegaron a los nuevos empleos de maquinistas, radiotelegrafistas, sobrecargos y contramaestres y cualquier otro oficio que pudiera albergar un buque de alto bordo como los de las compañías Pinillos, Marqués de Campo, Naviera Gallart, Compañía Valenciana o la Compañía Transatlántica Española (The Spanish Line) en la que gobernaron sus grandes buques hasta 17 capitanes de Benidorm, siendo el primero de su escalafón el capitán don Antonio María Vives Orts, quién, una vez jubilado era llamado por la compañía del Marqués de Comillas para mandar los viajes inaugurales de las nuevas líneas. Vives, en 1925, al mando del trasatlántico ‘Cristóbal Colón’, batió un récord de velocidad cruzando el Atlántico y fue visitado por el rey Alfonso XIII en una estancia en Santander donde SM pronunció la frase "Ante un marino de Benidorm es un deber descubrirse". Y así lo hizo.
Con Vives y todos aquellos grandes capitanes de Benidorm cientos de benidormenses navegaron por todos los mares del mundo, lo que permitió nuevas generaciones de benidormenses de mentes abiertas y cosmopolitas, conocedores del mundo.
La apuesta por la hospitalidad y el turismo.
Mentes abiertas y cosmopolitas, conocedoras del mundo fue determinante en la nueva orientación de Benidorm; mentes y corazones forjados especialmente durante el siglo XIX para empezar a vislumbrar una nueva realidad, la del turismo, para la que Benidorm –ya liberado el Mediterráneo de la presión pirática norteafricana- en 1865 empezara su andadura en hospitalidad con el primero de sus establecimientos alojativos: el Hostal La Mayora.
Benidorm era consciente de su potencial en una bahía muy abrigada y abierta al Sur presidida por una isla en posición central y equidistante, dos inmensos arenales -a Levante y Poniente del cerro Canfali, donde surgió el primer Benidorm- y un cíngulo de montañas protectoras de vientos.
Al despuntar el XIX, viajeros ilustrados como Christian August Fischer comenzaron a destacan las características de Benidorm (1803, Gemalde von Valencia).
Y llegaron los criterios higienistas del nuevo siglo que ensalzarán las virtudes del Sol y los ambientes marinos, con lo que la sociedad giró su atención hacia las playas y las zonas de costa. Los médicos comenzaron a recomendar estos espacios -por el iodo de la brisa marina– y el veraneo tomó una componente social. Y así, comenzó Benidorm a ser recomendado -además de para el descanso- como lugar para los baños de mar: Nueva Guía del Bañista en España, de Aureliano Maestre de San Juan (1852).
El ferrocarril fue decisivo. En 1858 llega a Alicante y comenzaba el lentro trasiego de viajeros hacia los puntos de costa. Ante el éxito, ya en 1893 se ofrecen con destino a Benidorm paquetes turísticos que permiten estancias organizadas de 12 días, a precios populares, con llegada y regreso en tren (18 horas desde Madrid a Alicante, a los que sumar los posteriores desplazamientos en carruaje hasta Benidorm). Se hacían en los llamados “trenes botijo”. Una vez en Alicante, desde la Posta de “La Balseta” a Benidorm en cuatro horas más de traqueteo en diligencia. Este servicio funcionó hasta 1917, estimándose que trajo unos 35.000 veraneantes a Benidorm.
Y no menos decisiva será la comunicación por carretera. Con Alicante se materializará en 1860; y con Valencia en 1880. Hasta entonces Benidorm sólo estaba comunicado por vía terrestre con Polop, Callosa d’En Sarrià y Alcoy.
En 1883 llegará el alumbrado público. Y de esa fecha es el primer documento publicitario donde se invita a veranear en Benidorm. El empresario Francisco Ronda Galindo publicita su balneario: Grande Establecimiento de Baños de Mar Virgen del Sufragio.
Con el siglo XX toda España despierta al turismo. Entre 1900 y 1913 se desarrolla la conciencia turística del país bajo el prisma de “Industria de los Forasteros” que transloca la IGM. Tras ella y hasta 1927 se vive una intensa etapa de planificación, al compás del desarrollo de la Arquitectura y del Urbanismo que se plasma a partir de 1929 en innumerables desarrollos por todas las costas mediterráneas.
Benidorm no puede ser menos. Y es en la segunda década del siglo XX, cuando el motor de los barcos aleja el atún de nuestras costas y nuestra marina mercante está en auge, cuando se construye el primer hotel de Benidorm, el Hotel Bilbaíno (1926). Pedro Cortés, mayordomo en los buques de Navieras Bilbaínas, homenajeaba así a la empresa que le había hecho conocer mundo y emuló el hotel que le acogía cuando llegaba a Valparaíso (Chile).
El inicio de la planificación turística
En los “felices veinte”, Benidorm va más allá y comienza una planificación turística centrada también en el embellecimiento de la villa: entre 1924 y 1927 se adecúan la Plaça del Torrejó, la Plaça del Castell, con la emblemática balaustrada del Ti Santonja, y el primer Parque de Elche. Es el momento del auge de la arquitectura de los chalets que aquellos años de la década de los veinte se construyen los empresarios alcoyanos, poco antes de finalizar la construcción del puerto (1929).
En 1931 se abrirá la carretera al Rincón de Loix, hoy avenidas de Madrid y Alcoy, y comenzará el desarrollo urbanístico de la Playa de Levante cuyas alineaciones culminarán con el desarrollo del Plan General de Ordenación Urbana de 1956.
Pero aún hay otra fecha emblemática: 16 de marzo de 1936. Se crea la Junta Local de Turismo. Solo llegó a constituirse, pero su espíritu lo retomó en 1939, nada más terminar la contienda, la Comisión Pro-Playas de Benidorm que terminó transformada en la Asociación Gabriel Miró de Amigos de Benidorm en cuyo seno se gestaron las ideas que desembocarían en el PGOU de 1956.
Porque al compás de la corriente planificadora iniciada por la familia Ensesa con la urbanización S’Agaró (1924) llegaría a partir de 1929 a la provincia de Alicante la corriente de planificación turística en un trienio donde se multiplican los proyectos de futuras construcciones de veraneo en Les Rotes (Denia), El Montañar (Jávea), El Portet (Moraira), l’Olla (Altea), Playa de Levante (Benidorm), Paseo Dr. Esquerdo (Villajoyosa), la Ciudad-Jardín de la Playa de San Juan (Ciudad Prieto) y las alineaciones de Santa Pola y las Playas de Los Locos y El Cura (Torrevieja), sin apenas enlace más allá de un proyecto residencial.
Pero las iniciativas del urbanismo turístico de las primerías de los años treinta quedarían interrumpidas por nuestra Guerra Civil.
Tras ella resurge en Benidorm la vocación del turismo y se retoman los planeamientos sobre la Playa de Levante mientras la de Poniente sirve de idílico escenario natural para la para el desembarco de Colón en “Alba de América”. Y no fue este el primer rodaje de un Benidorm de película; en 1926 el alemán Reinhardt Blothner ya había rodado “Los cuatro Robinsones”.
El urbanismo planificado: El Plan General del 56
En esta década de los años 50 del siglo XX cuando llega a la alcaldía Pedro Zaragoza Orts y plantea volcarse en la ‘industria de los forasteros’. El Benidorm de 1950 era un Benidorm de estructura rural, de 2.726 habitantes -de los que 118 eran capitanes y pilotos de la Marina Mercante- que recibía ya cerca de 10.000 veraneantes y aspiraba a eso: a la recepción de veraneantes. La materialización de las alineaciones de la Playa de Levante comenzó en 1951 y culminará en 1956 con la realización del Plan General de Ordenación Urbana que servirá para testear la nueva Ley del Suelo de España. Pedro Zaragoza, Don Pedro, encargó en 1953 al arquitecto Francisco Muñoz Llorens la confección de unas normas para la edificación de la Playa de Levante. El trabajo de Muñoz Llorens fue hacer converger los planeamientos de la iniciativa privada de Levante (al menos dos) en un único documento organizador que proyectaba su visión sobre la totalidad del término municipal.
El PGOU de 1956 fue una apuesta por el futuro; un futuro muy atrevido. Urbanizó al máximo un suelo hasta entonces destinado a actividades agropecuarias, respetando más del 60% del término -que aún se mantiene protegido- y utilizó el diseño reticular de calles para sostener y definir el Ensanche de la parte Este sobre la base de un modelo de ciudad-jardín, con edificaciones unifamiliares sobre parcela mínima de 5.000 m2, y también contempló actuaciones en la Playa de Poniente, en la Cala y en la parte Norte del casco urbano tradicional.
Benidorm programó su desarrollo urbanístico y comenzó a ser un referente de éxito en España, innovando en marketing turístico con campañas sin parangón: Operación BB/Benidorm-Bilbao, embajada en Laponia, almendro en flor para Escandinavia o las Jornadas Europeas al compás de la génesis de la Comunidad Económica Europea. Pero sin lugar a duda, la más exitosa fue albergar el Festival de la Canción de la REM-CAR que de inmediato pasa ser el Festival de Benidorm, que lanzó a la fama musical a nombres tan carismáticos como Raphael (1964) o Julio Iglesias (1968). Tras 39 ediciones, el Festival de Benidorm fue la esencia en que se reflejó el Benidorm Fest (2022) que de la mano de RTVE elige la canción que representa a España en Eurovisión.
Don Pedro defendió su Plan General con una publicación que hoy es ejemplo de marketing turístico -“Así será Benidorm”- sin llegar a desvelar el objetivo fundamental: la llegada del agua a Benidorm, una asignatura pendiente que había condicionado desde siempre el desarrollo de Benidorm. La red de abastecimiento de agua potable a Benidorm se inauguró en febrero de 1960.
Lo fundamental del Plan General de 1956 es que las normas que delimitaron la implantación de un modelo de ordenación territorial desconciertan aún hoy en día por su simplicidad y este, sin lugar a duda, ha sido el secreto de su vigencia.
Se buscó y se consiguió crear una ciudad concebida para el ocio; hubo ausencia de zonificación rigurosa para los distintos usos del territorio, con lo que se consiguieron flexibilizar las opciones de futuro; se dejó la puerta abierta a la dinámica turística futura que fue, en realidad, la que concretó el proceso; se tuvo un especialísimo cuidado con las playas; y se protegió el cinturón verde de la localidad impidiendo la construcción anárquica en el mismo y la consiguiente deforestación.
Benidorm, con el PGOU de 1956, planificó un crecimiento ordenado y dictó unas ordenanzas ejemplares que defendieron su concepción urbanística y sus playas como ningún otro punto del litoral español. El Plan General de 1956 tuvo una importante revisión en 1963 dando un salto cualitativo al urbanismo turístico.
La ciudad de los bloques verticales
En 1963 se aprobaron nuevas Ordenanzas de Policía de la Construcción. Con ellas se optaba a otro modelo de ciudad que cada vez apostaba más por el modelo residencial-hotelero. Así, se llegó a abrir el camino hacia la Ciudad de los Bloques Verticales en contraposición a la idea que primitivamente de ciudad-jardín. Todo cambió. El nuevo modelo de Ciudad vertical está basado en edificaciones elevadas y exentas con lo que se consigue que entren el sol y la luz por los cuatro costados de la edificación, liberando espacios para la vegetación y las piscinas. A este modelo se llegó a través de la Teoría de la Caja de Cerillas que maneja el volumen de edificación sobre la parcela; se permitió levantar bloques verticales proporcionales a la superficie del solar atendiendo a un coeficiente volumétrico que no pretendió incremental el volumen edificable respecto al existente, sino ordenarlo libremente. Esta etapa constructiva que se inicia en 1963 Benidorm es hija de la corriente arquitectónica del Movimiento Moderno surgido a raíz de la Carta de Atenas de 1933.
El Plan del 63 plasmaba el sueño de los urbanistas de los años treinta: una ciudad de bloques verticales entre espacios libres de uso comunitario.
El hallazgo de Muñoz Llorens fue voltear la ciudad contemporánea de Le Corbusier dando a los rascacielos, originariamente previstos en arquitectura como oficinas, un uso residencial que aumenta meteóricamente la densidad de población. Y es algo que ya había experimentado el arquitecto Minoru Yamasaki en el Pruitt-Igoe de San Luis (Missouri-USA) en 1952. Y a diferencia del conjunto de Yamasaki, demolido en 1972, el Benidorm de Muñoz Llorens, pese a sacrificar los espacios dotacionales en beneficio de piscinas, retranqueos y hoteles, ha sobrevivido como símbolo del fenómeno turístico de masas.
A partir de 1963 Benidorm se ha ido reinventado para el turismo de Sol y Playas como paradigma de la democratización de las vacaciones. La década de los 70 llega con un portentoso desarrollo de la planta hotelera y comienza a generarse el Benidorm que hoy conocemos. La evolución de Benidorm ha sido continua y el proyecto se ha mantenido siempre vivo, porque, tanto ayer como hoy, Benidorm ha poseído la misma virtud y ha practicado la misma estrategia: adaptarse a las exigencias de la demanda. Por eso Benidorm tenía éxito en los años cincuenta, sesenta, setenta, ochenta, noventa y dos mil; y en el siglo XXI. Benidorm se reinventa década a década manteniendo su esencia de liderazgo en turismo.
En los años 60 llegaron los primeros turoperadores internacionales y comenzaron a operar en Benidorm, aprovechando el clima privilegiado y los precios accesibles. De inmediato llegó la primera iniciativa de desestacionalización turística, una estrategia que se consolidó a partir del 4 de mayo de 1967 con la apertura al tráfico aéreo nacional e internacional del aeropuerto de El Altet -hoy Aeropuerto Alicante-Elche ‘Miguel Hernández’- y la llegada de los primeros vuelos chárter.
A partir de los años 70 Benidorm desarrolla su modelo planificado de turismo y comienza a cosechar éxito y aceptación nacional e internacional en grado superlativo y a cosechar premios nacionales e internacionales sobre su modelo eficiente de gestión sobre el territorio y la eficiencia en el uso y distribución de su red de agua potable: sostenibilidad.
El plan de 1963 es renovado en 1990 manteniendo las líneas fundamentales de preservación ecológica y modelo alojativo.
El Benidorm del siglo XXI
Ya al compás del siglo XXI en el otoño de 2015 Benidorm se propuso una nueva meta centrada en la sostenibilidad, la accesibilidad universal, la innovación y la tecnología para llegar a la mejor gobernanza y fue certificado en diciembre de 2018 como el primer Destino Turístico Inteligente del mundo, testeando aquí sobre el terreno la primera norma al respecto.
Como el resto del planeta, Benidorm sufrió el azote de la pandemia Covid19. Su modelo de gestión de la crisis fue reconocido como un nuevo caso de éxito. Benidorm trabajó para generar un producto de seguridad sanitaria y recuperar la confianza del mercado internacional, donde la seguridad fue el eje fundamental de toda la acción. Benidorm DTI+Seguro se estructuró en tres líneas de trabajo interconectadas: monitorización sanitaria, a través del proyecto Patti Recovery; apuesta por la calidad con los protocolos COVID19 ON y Benidorm Beach Safety; y gestión de espacios públicos. Benidorm demostró que el turismo es la suma de desplazamientos y contactos entre las personas y lo fundamental es hacerlos seguros; el valor de la gestión de la Inteligencia Turística es fundamental para ello. Gracias a la rápida organización y el acceso a datos en tiempo real, la ciudad fue capaz de movilizar a sus turistas de forma segura y efectiva. El modelo de DTI permitió a Benidorm reaccionar con agilidad en un momento de crisis minimizando el impacto en la imagen de la ciudad como destino seguro. Como caso de éxito presentó ante la OCDE su propuesta DTI+Seguro y de Sostenibilidad como ejemplo de resiliencia.
A partir de entonces, liderando la recuperación, el modelo Benidorm sigue su exitosa trayectoria y su historia vinculado y comprometida, absolutamente, con el mundo del turismo y la hospitalidad. Tras sumar nuevas distinciones en los tres últimos años, Benidorm ha recibido en 2024 el galardón de Destino más sostenible (Smart Travel News Awards), el Premio Sostenibilidad Ambiental, Destino Inclusivo y el EnerTIC Awards, iniciando 2025, el año en que conmemora su séptimo centenario desde su fundación, con la distinción, ganada en concurrencia competitiva de Pionero Verde Europeo del Turismo Inteligente 2025 de la Comisión Europea.